“Intento vivir el día a día. No pienso mucho en el futuro.”
Úrsula Simone de Assis podría ser la señora de 50 años más divertida que he conocido. Con una camiseta del Motoclub Perpetuas, un club de motociclistas exclusivamente femenino en Brasil, junto con una coqueta falda de mezclilla, contó su experiencia de 18 años en el negocio de la limpieza de casas, e ilustraba sus historias con anécdotas sobre ser pillada por sorpresa bailando mientras limpiaba el baño, o cotilleando con su madre en FaceTime.
Dice que le gusta el trabajo. También ama a su perro, las armas antiguas, hablar con gente nueva, y Donald Trump. “No soy para nada política.” Dice, “Se que está loco, pero ¿Quién no?”
Aunque a veces se siente sola, con dos hijos que ahora son adultos y se fueron de casa, Úrsula no se disculpa ni se arrepiente de nada. “Intento vivir el día a día. No pienso mucho en el futuro.” A una edad donde muchas personas se estarían retorciendo las manos por la jubilación y el seguro social, Úrsula se enfoca en vivir su vida al máximo día a día sin esperar al mañana. “Si muero mañana, muero feliz.” Todo lo que suceda entre ahora y después, ella dice, es un regalo.
“Me estoy poniendo vieja,” dice, aunque su espíritu es mucho más joven, “Tengo que ahorrar dinero para mi salud. No tengo seguro.”
Pero no siempre ha sido tan despreocupada. Como madre soltera de dos niños, había muchas más cosas en las cuales pensar. Ella eligió la limpieza de casas como profesión porque le permitió dedicar el mayor tiempo a la crianza de sus hijos, aunque no fue el primer trabajo que tuvo al haber emigrado a los Estados Unidos de Brasil, hace treinta años. Se dio cuenta que las factorías y los restaurantes requerían trabajar demasiadas horas. Ser recepcionista en un consultorio dental fue genial, pero perdió ese trabajo cuando las compañías de seguros no podían entender su inglés. Trabajar en el aeropuerto de Newark fue fácil, pero la paga era muy baja.
El trabajo doméstico le dio a Úrsula la libertad de hacer lo más importante: asegurarse de tener todo lo necesario para vivir, y que sus hijos crecieran. Horarios flexibles del trabajo significaba que podía perder un día de trabajo para llevar a uno de sus hijos al doctor si estuviera enfermo, o incluso poder asistir a una reunión de padres y maestros. Significaba una noche de sueño completa para su familia sin tener que despertarse al amanecer para poder llegar a tiempo a un trabajo. Siempre había un día extra de trabajo para ahorrar para otras necesidades como anteojos o aparatos dentales, algo que ahora le resulta más difícil hacer por sí misma. “Me estoy poniendo vieja,” dice, aunque su espíritu es mucho más joven, “Tengo que ahorrar dinero para mi salud. No tengo seguro.”
La relativa libertad que le dio la limpieza de casas tuvo otros costos. Lidiar con dolor de espalda, las aspiradoras pesadas, subir y bajar escaleras, respirar sustancias químicas tóxicas, la soledad y horas de manejar en el norte de Jersey a través de uno de los tráficos más congestionados del país. En ese entonces, Úrsula trabajaba hasta en tres casas al día, limpiando baños y cocinas, lavando ropa, y sacando la basura. Y después rápidamente coger algo para comer en el carro camino a su siguiente casa, mientras también asegurándose que tuviera tiempo suficiente para pasar con sus hijos los cuales estaban creciendo.
Y en dieciocho años, nunca ha tenido ni una sola queja sobre su trabajo. Bueno, en excepción de su primer trabajo. En Brasil, nos explica, “Tu vas al baño, tiras agua por todas partes, coges la escoba y cepillas todo.” Nadie le dijo que esto podría arruinar los pisos de madera en las casas suburbanas de Nueva Jersey, por lo que sus métodos enviaron a esta primera familia a entrar en pánico. Después de eso, ella se adaptó rápidamente al trabajo, lo que ha hecho orgullosamente durante casi dos décadas. Sin embargo, lo que le enorgullece más es que sus hijos ya son adultos independientes, tal como ella siempre ha estado decidida a ser.
Si bien sus hijos están sanos y tienen todo lo que necesitan, cuidar de sí misma ha sido otra cosa completamente distinta. En ocasiones ha tenido que solicitar ayuda del gobierno para poder cubrir sus propios gastos médicos. Fue ahí cuando aprendió cuan indiferentes son las políticas públicas, la burocracia gubernamental e incluso los clientes a la naturaleza de su trabajo. Es difícil demostrar cuando gana en un año cuando le pagan en efectivo. Y los empleadores prefieren evitar pagar impuestos antes que firmar documentos que verifiquen que la persona se ocupa de todo lo que es más preciado para ellos, tiene derecho a recibir atención.
Ursula Assis, 50, from Brazil, has raised two boys as a single mom by doing domestic work for the past 18 years, in her home in North Arlington, NJ on September 12, 2018. Ursula Assis, 50, from Brazil, has raised two boys as a single mom by doing domestic work for the past 18 years, in the Ironbound section of Newark, NJ on September 12, 2018.
“Yo les ayudo cada vez que me necesitan, y luego me dicen eso como si no fuera nada. Soy como los muebles, cuando ya no los necesitas, botas.”
“Así que a veces, ganas como quinientos en una semana, pero solo puede verificar trescientos. Y después el gobierno se pregunta cómo eso puede ser posible. Pagas alquiler, tienes hijos, entonces piensan que estás mintiendo.” No puedo imaginarme pidiendo atención que es urgente y necesaria solo para ser acusado de mentir sobre mi trabajo, el mismo trabajo que otorga a millones de personas las comodidades a las que muchos aspiramos. El trabajo doméstico, después de todo, es el trabajo que hace posible cualquier otro trabajo.
Mientras nuestra entrevista llegaba a su fin, empecé a ver una cierta vulnerabilidad en Úrsula. Dos hijos a los cuales les está yendo muy bien, una vida de clientes satisfechos, y una actitud despreocupada, para Úrsula, todavía no equivale al éxito. Su falta de recursos para planificar financieramente o incluso pensar en el futuro, es lo que la coloca en el mundo de los trabajadores pobres. Si pierde trabajo y no hace el pago de su carro, podría ser embargada. Si no puede pagar el alquiler u otras facturas, no hay un paquete de indemnización que la ayude hasta el próximo trabajo. “Las facturas siempre vienen,” me recuerda, pero puede perder su salario en cualquier momento. Empleadores, incluso aquellos con los cuales ha estado por mucho tiempo, no piensan mucho en su trabajo.
“Trabajo muy bien para ellos,” Úrsula se lamenta, “Yo les ayudo cada vez que me necesitan, y luego me dicen eso como si no fuera nada. Soy como los muebles, cuando ya no los necesitas, botas.”
“Mi nombre es Ursula Simone de Assis. Tengo 50 años. Soy de Brasil y me gano la vida limpiando casas.”
En un momento donde parece que todo el mundo es un experto en la política de la pobreza, cuando sus hijos le preguntan por que trabaja tan duro y tiene tan poco, ella no tiene la respuesta. Los trabajadores domésticos siempre han estado en el centro de la discordia, presentadas como ejemplo de la promesa de estados unidos, o de su decaimiento, según quien hable. Por esta razón, hay algo realmente importante y especial al dejar a Úrsula hablar de todas sus contradicciones, y dejar que hablen por sí mismas. “Mi nombre es Úrsula Simone de Assis. Tengo 50 años. Soy de Brasil, y me gano la vida limpiando casas.” Resistiendo mi propio impulso de ser poético sobre todo lo que representa Úrsula, cederé el micrófono a Úrsula a otras personas como ella, que realmente entienden lo que significa trabajar duro para ganarse la vida, y aun así batallar para seguir adelante.
La historia de Ursula es parte de una serie de Newest Americans para el proyecto 37 Voices, una iniciativa que combina el periodismo, la historia oral, la investigación, y el teatro para cambiar la narrativa de la vulnerabilidad económica en Nueva Jersey, uno de los estados de mayor costo del país.